jueves, 15 de abril de 2010

Viaje a Japón (III) Shiodome, Ginza y Asakusa

Amanece lloviendo el 15 de abril en el sol naciente. No pasa nada, somos unos muchachuelos previsores y traemos un paraguas majísimo marca "Santiago de Compostela" (benditos regalos de los congresos), de esos plegables que ocupan un ná y menos.

Hoy toca patear Tokyo (ya sabéis, un día toca retiro espiritual y al siguiente mamellas, para compensar), y en primer lugar bajamos andando hasta la Tokyo Tower, esa réplica comunista de la Torre Eiffel de los franchutes, que está en el mismo barrio que el hotel: Shiodome. Ocurre que el paraguas Galicia Calidade se descojona automáticamente al abrirse, así que paramos a comprar un fantástico paraguas de plástico en una tienda a la vuelta de la esquina por unos risibles 525 yenes.



Un par de pasos de peatón después y justo antes de llegar al recinto de la Tokyo Tower nos encontramos con el templo Zojoji, donde descansan los restos del Shogun Tokugawa que fue el fundador del gobierno Edo.


/** Comentario Freak: Los templos en Tokyo son como las habitaciones de GUARDAR PARTIDA de los Resident Evil: un remanso de paz entre un follón y el siguiente. Por esta razón, se agradece enormemente encontrarte con uno de estos lugares tan bonitos así, sin comerlo ni beberlo. **/


Tras el templo Zojoji nos damos un garbeo por el cementerio sito en la parte trasera de su jardín. Sitios muy extraños los cementerios en este país, aunque no parecen ni mucho menos tan tétricos como los nuestros. Será que el desconocimiento de la religión y la cultura locales desposeen al lugar de todo esoterismo posible... o que aquí están llenos de árboles grandiosos, flores preciosas y estatuillas de niños dedicadas a Jizo con unos gorros simpatiquísimos. Uno nunca sabe. La historia de este Jizo es muy maja: resulta que es una deidad a la que se dedican imágenes de niños que visten de rojo que se suelen colocar en los caminos que desembocan en templos o en sus alrededores. Este Jizo es el protector de los niños y de las mujeres embarazadas, siendo el encargado de ayudar a traspasar a la otra vida a los espíritus de los niños muertos prematuramente. Cada estatua representa a uno de estos niños.


Fase 3: Tokyo Tower. Ocurre que esta torre es un remedo de la franchute que parece mucho más pequeña pero que nos asegura la guía que le saca unas cuantas cabezas de altura a aquella. No lo hemos medido porque hacía mal tiempo. Sentimos no poder contrastar este dato. Pero las diferencias entre ambas construcciones no acaban aquí, ya que en la base de la Tokyo Tower han construido un centro comercial de 4 plantas (estos japoneses...) con sus lucecicas y una deliciosa crepería (de esto sí damos fé). Os dejamos una fotaca del lugar, que se haya emplazado en mitad del parque Shiba.


Nos dirijimos en JR (que es la compañía nacional de trenes y, a efectos prácticos de esta narración, como el servicio de cercanías de la Renfe), a Tokyo, que es la estación central del la ciudad ("Sol" ya estaba pillado). Allí ya nos encontrábamos en el barrio de Ginza, que es la zona financiera y puretilla de la capital. ¿Hay tienda Burberrys en Tokyo? Sí, y está aquí. ¿Es barato Burberrys en Tokyo? La ropa no se hace con pescado, así que NO. Pues tras un paseillo por este barrio que tiene bastante influencia europea en sus edificaciones modernistas y gigantes conseguimos encontrar el jardín del palacio imperial. Y digo bien el jardín, porque el palacio está sepultado tras una gran fortificación rodeada de inmensos árboles y no puede ser accedida por el gran público a menos que sea el cumpleaños del nenuco o en año nuevo.


Resulta que el 15 de abril no es ninguno de esos 2 días, así que te quedaste sin regalo, Akihito. Al menos los cerezos estaban geniales en flor.


Lo que queda a día de hoy del palacio imperial es el círculo interior de lo que antaño fuera el palacio más grande del mundo, destruido parcialmente por los bombardeos sufridos por Japón durante la 2ª Guerra Mundial. La explanada exterior es accesible por todos los ciudadanos y está conformada como un parque con poco interés turístico, a excepción de una meritoria escultura de D. Quijote de la Mancha.


Pitu no cesaba en su empeño de asaltar el palacio imperial (esto me pasa por dejarla jugar al Heroes V), así que tuve que convencerla de que con el frío no era el momento propicio y fuimos a echar un vistazo al edificio de la Dieta, que no es otra cosa que el Parlamento (¿se llamará así porque sólo ponen de comer piña, huevo duro y pollo plancha?). Pista: el edificio es el de la cúpula de pico que está un poco a la izquierda del centro de la foto.



Como dieta no es compatible con vacaciones, salimos por patas hasta la intersección de Ginza, el cruce entre la avenida Chuo y la avenida Harumi, donde se hallan los edificios más representativos de Ginza (si no habéis visto "Lost in translation" ya estáis tardando).


Toda esta zona guarda parecido con la Gran Vía, aunque hay que sumarle todo el añadido de neones y cartelazos electrónicos tan del gusto de los de por aquí. Andando por allí llegamos a Kabukiza, el teatro Kabuki más representativo de Japón, donde pudimos encontrar a muchas japonesillas vestidas con kimonos.




Todo esto lo hicimos con la tripa bien llena por unos fabulosos 960 yenes que nos proveyeron de arroz con curri, soba, tempura con gambas, croqueta y cerdo rebozado.


Desde allí metro hasta el barrio de Asakusa, la zona donde el período Edo aún se palpa en el ambiente. El metro en Japón es un follón, en cambio las líneas de JR son una gozada. El principal atractivo de Asakusa es Nakamise, un mercado callejero con más de 90 tiendas fundadas en la era Edo.


Cruzando la puerta Hozo-mon situada al final del mercado dimos con el templo Senso-ji, el más antiguo de Tokyo que lamentablemente está en restauración.


A destacar la preciosa pagoda que pudimos ver iluminada en la noche.


Ya es tarde y toca volver a casa (¿y las mamellas?). Un paseo por el barrio hasta la parada de metro correcta (tarea nada fácil) y un trayecto combinado con el JR para volver a casa. Hoy no ha faltado el sushi para cenar, aunque esta vez en el hotel y acompañado por un poco de camembert y unos doritos (estamos hechos unos gurmeses de esos).



PD: El queso, la fruta y ¡¡el alcohoooool!! en Japón son horriblemente caros.

3 comentarios:

Juanfran dijo...

como sigáis así, acabaréis visitando japón entero ¡¡
advertidos quedáis

Jose Maria Vilaverde dijo...

Que habeis comprado en akibahara? Solo he visto los caballeros del zodiaco :P jejeje. (modo friki off)

Pasarlo muy bien, tiene pinta de ser un viaje genial!!

Samsa dijo...

olé que olé!! jejejeje, bien bien, no sabía que el alcohol fuera caro, cabrones nipones!!, así la gente solo bebe Sake.