domingo, 14 de septiembre de 2014

Reconquistando Flandes. Viaje a Bélgica (III): Un día de Brujas


Resulta que los miércoles es día de mercado en la turística ciudad de Brujas. Así que allí nos plantamos tras una hora de coche desde Bruselas. La idea era visitar brujas hasta la tarde, para luego acercarnos a algún lugar playero como Oostende o De Haan, y terminar el día con un paseo por la costa belga.

No resultó ser así, pero sí ser mucho mejor :D

Llegar a Brujas en coche desde Bruselas es muy sencillo y rápido. Las autovías son gratuitas, tienen 3 carriles de ancho por cada sentido y son increíblemente rectas. No obstante, algunos belgas tienen la mala costumbre de que, aunque tengan el carril izquierdo disponible para adelantarte, no lo harán. En lugar de ello, se pondrán peligrosamente detrás de ti esperando a que te eches tú a la derecha y les dejes pasar. Se lo perdonamos por las cervezas :P


Brujas es la punta de lanza del turismo en Bélgica. Es Patrimonio de la Humanidad y Capital Europea de la Cultura. Hay muchas más cosas que ver pero, mires donde mires, la primera referencia de turismo en Bélgica apunta siempre a Brujas. Por cierto, también es hogar de la cerveza Brugse Zot, que no probamos, pero ahí lo dejo.

Brujas conoció su esplendor comercial hasta eso del sigo XVI, haciendo fortuna a manos llenas gracias al comercio que posibilitaban sus canales de agua con salida al mar. A partir de esa fecha los canales se encenagaron y el comercio decreció paulatinamente hasta extinguirse, dejando a una ciudad monumental pudrirse en el tiempo. A mediados del siglo XX, se realizaron muchas inversiones para recuperar la ciudad para el turismo, hasta llevarla a ser la ciudad más visitada de Bélgica a día de hoy.

Como apunte divertido, el nombre flamenco (ole!) de la ciudad es Brugge, que significa 'puentes', por la numerosa cantidad de puentes que se alzan sobre sus canales. No obstante, los simpáticos traductores españoles de títulos de películas tuvieron antepasados, y éstos se dedicaban a traducir nombres de ciudades. ¿A qué suena Brugge? A brujas. Impepinable. 

Además, los miércoles hay mercado en Brujas. Esto implica que su correspondiente Grote Markt se llena de puestos de comida y flores, con su correspondiente animación. Un consejo para ir a Brujas en coche: aparcar en el parking de la estación por 3,5€ todo el día, precio que incluye un viaje de ida y vuelta en autobús al centro. Si no quieres ir en bus, el paseo es precioso y son 15 minutos. Por cierto, a las 20:00 te quedas sin buses de vuelta, así que ¡ojo!



Lo cierto es que la Grote Markt de Brujas es bastante espectacular. La inmensa torre del campanario preside una plaza rodeada de restaurantes, cuyos precios también resultan ser bastante espectaculares. El día de mercado (miércoles, al menos durante el verano de 2014) se llena de puestos de comida y flores, como los que se ven arriba. Este día hay muchísima animación en el centro, dándole a la ciudad más vidilla que la clásica avalancha de turistas. Al final del post tenéis una foto con la plaza vacía, por la tarde, cuando el mercado ya estaba recogido.





A propósito de los precios, Brujas es rematadamente caro. Mucho más caro que el resto del país, incluso que la capital, Bruselas. Es el precio (literalmente) a pagar por ser la capital del turismo. A favor del turista queda que la ciudad está cuidada hasta el mínimo detalle, como si fuera una ciudad-museo constantemente restaurada para dar su mejor cara al visitante.

Dentro de la catedral, en un apartado que estaba en obras, nos encontramos este hallazgo histórico de proporciones épicas que denominamos libremente el primer "Zas! en toda la boca!". Invitaría felizmente a unas cervezas al autor del cuadro.


En una plazoleta fuera de dicha iglesia nos sentamos a comer unas frites (fritur!!!) con hamburguesa, que no hamburguesa con frites. Las coca-colas nos proporcionaron los nombres perfectos para nuestras identidades secretas durante nuestra estancia en Flandes.



Lo peor de estos sitios es la avalancha de turistas en la que te ves envuelto, lo quieras o no. Pero no vamos a despotricar del turista medio europeo. Conocerlos es amarlos. ¿Cómo visita un turista estándar una ciudad belga? Se planta en el centro, saca fotos a la Grote Markt, se calza la calle de tiendas de cabo a rabo y se sienta a comer. Cuando ha acabado de comer da un paseo de vuelta hasta la Grote Markt y, mientras aún ronronea su estómago con la digestión, exclama: "Pues ya lo hemos visto todo. Esto no tiene ná, en una mañana te lo ventilas."



Por suerte, nos tocó un belga muy majo en la oficina de turismo que nos recomendó un estupendo paseo por el río que rodea Brujas. Nos recomendó varios, en realidad, sobre un mapa que nos regaló. Nosotros hicimos factor común y trazamos nuestro recorrido para la tarde, aprovechando que Celia se acababa de dormir la siesta en el carrito.

Gracias a que andar lejos de las tiendas no entra en los planes del turista medio, nos pudimos alejar del barullo y disfruta de la cara más bonita de Brujas. Por cierto, como viene siendo normal en todo Flandes, Brujas es una ciudad muy plana. Eso, unido a que no es muy grande y a la cantidad de canales que la cruzan, la convierte en un núcleo urbano muy biclicletero.


Pues el río recorre visiblemente Brujas desde el sur hasta el norte, rodeándola por el este. En cualquier otro lugar del mundo, dicho río podría estar pudriéndose en las afueras de la ciudad, como una señal natural que le dice al turista que dé media vuelta, que se está alejando peligrosamente del centro turístico. En Brujas han preferido plantarle a una orilla del río un parque precioso y largo de narices que ríete tú del Madrid Río. Y, por aquello de no cansar la vista, unos cuantos jardines  y molinos históricos esparcidos por el camino.









Así que nada de ir a Oostende a pasear por la playa. A mitad de camino nos tomamos una merendolilla en un café muy bonito que, por estar alejado del centro, en lugar de un hostiazo te dan sólo medio. ¡Mira qué chica más guapa me encontré! Pues mientras nosotros merendábamos, a eso de las 18:00, los amigables belgas de alrededor ya estaban zampándose la cena. Cosas del mundo civilizado.


Terminamos el paseo volviéndonos a adentrar en la ciudad por lo canales, saboreando las últimas horas de la tarde y preguntándonos por qué no teníamos la suerte de vivir allí :'(. Como no podía ser de otra forma y para terminar de ponernos los dientes largos, los escaparates te enseñas cosicas como éstas:



Y ese fue nuestro día. Decidimos perder el bus de las 20:00 de vuelta a parking de la estación, para tener una excusa más para andurrear por Brujas (son 15 minutos andando, no somos unos héroes). A continuación, las prometidas fotos de la Grote Markt en la tarde, vacía de puestos y de turistas. ¡Hasta la próxima!





No hay comentarios: