viernes, 4 de diciembre de 2009

Agamenón... que me la montas.

- Y ¿qué sería de nosotros sin nuestras mujeres, Ulises? La nada más absoluta. Sin su luz nos perdemos; sin su aliento desfallecemos; sin su fértil vientre nos extinguimos; sin su amor, nos devoramos en la voraz soledad de nuestro ser incompleto. Y es por esto que a Troya zarpamos. Hombres de toda Grecia van a luchar bajo el estandarte más noble que existe: aquel que porta la insignia del amor de una mujer arrebatada a un hermano.

- A ver... no me entiendas mal: yo lo de las mujeres lo suscribo. Pero no me líes, Agamenón. No me líes, que la última vez que te me pusiste romántico no paraste hasta conquistar Micenas, y yo le he dicho a mi señora que vuelvo a casa para cenar.

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